Aquí otro articulo escrito para el periódico Adarve
- Mi novio me dejó
-¿Y cómo estás?
- Pues bien, ¡ya soy libre!
Y yo me pregunto, qué pasa, ¿Qué antes no? A veces nos contradecimos, yo personalmente no nos entiendo. Se supone que tenemos una relación porque estamos a gusto con la otra persona, podemos hablar con ella y nos divertimos; y sin embargo, parece que hay muchos temas tabú, cosas que no podemos decir y que no podemos hacer delante de nuestra pareja. Pero, ¿por qué existen estos temas tabú? ¿Son necesarios o los hemos creado nosotros mismos? ¿Es el amor y las relaciones de pareja como nosotros queremos que sean, o como nos han enseñado que deben ser?
Aprendemos que el amor romántico es lo más importante de nuestras vidas, y por tanto, cuando falla (siempre) produce dolor, frustraciones y desengaño. Las mujeres, (más que los hombres) son propensas a creer en este mito, y construyen su mundo y su biografía sobre esta idea del amor. Tienen, por tanto, mayores posibilidades de ser víctimas de la violencia de género y tienden incluso a consentirla, ya que esa relación da sentido a su vida. Y no me refiero directamente al maltrato físico, sino a las ya conocidas frases de: ¿Dónde vas con esa falda tan corta? ¿Qué haces tú hablando con ese? No digas eso. No hagas esto otro. No salgas hoy que me voy con mis amigos.
¿En qué sociedad vivimos, que tipo de cultura tenemos los occidentales para que mujeres adultas soporten, en nombre del amor, humillaciones y sufrimientos? ¿Por qué en lugar de escapar de esto adoptan soluciones como tener hijos, auto medicarse y encerrarse en sí mismas, o disculpar a su pareja? La respuesta a esta pregunta es que no podemos perder lo que fundamenta nuestra vida: el amor.
Debemos tener en cuenta que en el matrimonio y en la pareja se fundamenta nuestra sociedad. Poca gente se casaría con alguien del que no esté enamorado; pero, aunque nos quieran meter en la cabeza que el amor triunfa sobre todos los obstáculos sabemos que hay uno que casi nunca supera: la duración.
No obstante, también hay otros obstáculos que a veces, contradictoriamente, ponemos nosotros mismos. Y me refiero a los celos. Conozco mucha gente a la cual no le gusta que su pareja hable ‘demasiado’ con otros. Y eso, es por el hecho de que ven al resto de personas como amenazas, competidores directos que quieren arrebatarte a … ¿espera, arrebatarte? ¿Pero desde cuando es tuyo?
Debemos tener claro que cuando iniciamos una relación hay que respetar al otro, pero no debería implicar tener estas restricciones de libertad. La adopción de cierto lenguaje favorece esta idea de amor romántico y de cuento, y es que ‘te quiero más que a mi vida’, ‘no puedo vivir sin ti’, ‘mátame de pena, pero quiéreme’ ¿Porqué amamos a alguien que nos mortifica y anula? Si elegimos nuestras amistades buscando a las personas que nos respeten y que nos gratifiquen emocionalmente, ¿por qué con la pareja adoptamos esa actitud masoquista?
En una charla que ofreció Pilar Sampedro (psicólga y sexóloga) hace ya algunos años, se mencionaron estos temas. Recuerdo que mencionó que debíamos entender que nadie en el mundo podría colmarnos definitiva y eternamente, y que nunca renunciásemos a nuestra individualidad y proyectos personales en nombre de un amor que alguien inventó.
También en un libro de Paulo Coelho, El Zahir, leí algo que me llamó la atención. Se llamaba el misterio de los raíles del tren. Resumiéndolo mal y breve, nos explicaba que la distancia que separa los raíles de nuestros modernísimos trenes de ultra velocidad, era la distancia que habían puesto los romanos a sus primeras carreteras, ya que en los carros de caballos, la distancia que separaba a las dos bestias era ésa. Y cuando posteriormente se hicieron los carruajes, se les puso esa medida. Y cuando luego se hicieron las primeras vías de ferrocarriles, nadie se preguntó porque seguir ese patrón, nadie se preguntó si no sería mejor cambiar el ancho.
Esto tiene mucho que ver con el matrimonio. En un momento dado de la historia, apareció alguien y dijo: cuando nos casamos, las dos personas deben permanecer congeladas el resto de su vida. Caminaréis el uno al lado del otro como dos raíles, obedeciendo ese exacto patrón. Aunque algunas veces uno de los dos necesitará estar un poco más lejos o un poco más cerca, eso va contra las reglas. Las reglas dicen: sed sensatos, pensad en el futuro, en los hijos. Ya no podéis cambiar, debéis ser como los raíles: la distancia entre ellos es la misma en la estación de partida, en medio del camino o en la estación de destino.
Por último, me gustaría concluir con un pequeño episodio de un libro de Jorge Bucay (escritor y psicólogo):
-Cariño, ¿Qué te pasa?
-Nada…
(Si, algo le pasa, y él lo sabe, aunque no sepa qué es. Está mintiendo)
-Vida ¿Qué te pasa?
- No sé…
(Si, algo le pasa, y él sí que sabe que le pasa, entonces está mintiendo)
-¿Qué te pasa?
-No te quiero contestar ahora.
(Será más jodido, pero este oculta y es sincero)
- - Pero, a ver, en los primeros dos ejemplos mi pareja me lo pasa o me comprende. En el último me manda a la mierda.
- - Bueno, quizás sea hora de replantearte qué clase de pareja tienes, que comprende y favorece cuando mientes y castiga cuando eres sincero.
‘’No camines delante de mí porque podría no seguirte, ni camines detrás de mí, podría perderte. No camines debajo de mí porque podría pisarte, ni camines encima de mí porque podría sentir que me pesas. Camina a mi lado, porque somos pares. ’’